Benjamín G. Rosado
Dicen de Nacho Vegas que habla bajito y que no se le entiende. Sin embargo, y aunque su tendencia al cigarrodiscurso obliga a rebobinar de vez en cuando la grabadora, no parece que el artista asturiano tenga problemas de expresión. Su visión de la industria discográfica contradice las exigencias de quienes reivindican estos días una Ley de Música. El último coletazo de su El manifiesto desastre (Limbo Starr, 2009) pasará el sábado por Barcelona (Palau de la Música) y hasta el día 19 de enero por diferentes escenarios de Gijón y Madrid.
PREGUNTA.- Se puede decir que estos meses de gira han sido un éxito manifiesto. ¿Qué ha aprendido de este viaje?
RESPUESTA.- Que siempre hay tiempo para sorprenderse. Se puede decir que el éxito del disco me pilló desprevenido. Puede que llegara a subestimar el poder de difusión que tiene internet. Pero lo cierto es que ha sido una experiencia muy enriquecedora en la que he conocido a gente nueva.
P.- Con la música independiente sucede que cuanto más se toca menos independiente resulta. ¿Cómo sobrevivir a esta espiral?
R.- La independencia que yo defiendo en la música no tiene ver con la difusión o el alcance de mis melodías. Se trata, más bien, de una actitud a la hora de hacer las cosas que te permita preservar tanto la pasión como la inocencia. Pero ocurre que cuanto más te metes en este mundo, más pierdes la pureza.
P.- Después de sendos trabajos con Búnbury y Rosenvinge, está por confirmar una colaboración con Calamaro. ¿Se sabe algo ya?
R.- No hay nada oficial. Coincidimos en una gira por Bilbao y hablamos de la posibilidad de tocar juntos. Es algo que me gustaría hacer, pues es un músico al que admiro muchísimo. Pero no hay nada confirmado.
P.- Es usted un músico con ínfulas literarias. ¿Qué le sale antes, el acorde o la rima?
R.- Depende de cada tema. Hay canciones que me salen a raíz de una frase que me ronda la cabeza. Recientemente estuve de gira por México con Christina Rosenvinge. En el Mercado de la Ciudadela, preguntamos a una lugareña por no sé qué y nos respondió: “Eso puede encontrarlo en el Mercado de Sonora pero no conviene ir”. De vuelta al hotel, le estuve dando vueltas a la frase, y compuse El Mercado de Sonora.
P.- ¿Podría entenderse, de alguna manera, que el título del álbum y la letra de algunas de sus canciones aluden a la debacle discográfica?
R.- (Risas) Nunca lo había pensado así, la verdad. Podría ser. La verdad es que la debacle de la industria discográfico es una buena noticia, algo muy ilusionante para los músicos. Brindo por ello.
P.- ¿Qué tiene que decir al proyecto para una Ley de la Música?
R.- ¿Te refieres a los que se manifestaron enfrente del Ministerio? No me siento para nada representado. No sé por qué dicen que la música está en peligro, que se está muriendo. Todo lo contrario. Es la industria musical la que se está acabando. Me refiero al modelo que lleva 20 años maltratando a los músicos y a la música. Creo que la música está más viva que nunca, que por fin se aleja de la etiqueta del ocio y el entretenimiento. El modelo inmoral de hacer música tiene los días contados.
Fuente: El Cultural
Celebro que haya un músico honesto con sus principios y tenga otra visión sobre la industria totalmente alejada de la arremetida con calzador por el poder fáctico, aunque ello le suponga no saber lo que es vivir del éxito y la vorágine de la fama, pero eso es, a mi modo de ver y teniendo en cuenta sus palabras, algo totalmente innecesario. Se puede vivir haciendo lo que uno le gusta y que le guste a los demás, sin necesidad de ser un gilipollas como son los que vienen proclamando la defensa de sus intereses, cuando pueden permitirse el lujo de muchas cosas, como salir a hacer conciertos en vivo. Que se fijen en U2, Madonna, Bruce Springsteen y AC/DC, y en Pink, Coldplay, Tina Turner, Jonas Brothers... ese es el camino a seguir si quieren seguir dedicándose a la música. Así, que, menos complacencia e indulgencia consigo mismos y más trabajar por seguir en el "candelabro" haciendo eso precisamente, no quedarse tanto tiempo en el estudio de grabación y salir más a la calle.
Es la solución al problema de los artistas que no les llegan el dinero por las ventas de sus discos, por lo que deberían sacar fuerzas de flaqueza y salir con manta y guitarra a la carretera y recorrer los pueblos y ciudades a cantar por doquier, a menos que tengan algo que esconder y que solo se ha quedado recogido en el disco materializado en el estudio de grabación... ¿El efecto Milli Vanilli, tal vez?...
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