jueves, 10 de julio de 2008
La vileza de un pedo
El ser humano es, por naturaleza, ordinario en sus formas y costumbres. Y, sin embargo, no hay más que asomarse por la historia de la humanidad y comprobar cómo buena parte de los acontecimientos postreros recogidos en muchos libros y recopilados por historiadores de diverso signo, se nombra cómo han vituperado el pedo hasta enclaustrarlo como uno de los más vergonzantes sonidos producidos por el hombre y la mujer (todo sea dicho). Según la educación recibida durante generaciones y generaciones, y la moral impartida, así como castigos recibidos a golpe de reglas en la mano y cachetes en el trasero (modales más típicos de la pérfida Albión sobre sus jóvenes condiscípulos), el pedo siempre ha formado parte de los tabúes de la civilización occidental, como un elemento molesto de nuestra condición humana, como seres divinos que supuestamente somos. Sin embargo, también los demás seres vivos han sido creados (según la doctrina católica apostólica romana) por el mismo Dios que ha creado al hombre y no se les recrimina que de vez en cuando y de forma constante durante todos los días de su larga vida se tiren un cuesco en toda nuestra jeta.
Es más, nos reimos alguna vez (no siempre) cuando nuestro perro o gato deja escapar un pequeño hálito de ventosidad, cual tubo de escape de un vehículo cualquiera, con cierto gancho para provocar la hilaridad de sus dueños. Yo tengo un canario y nunca me he parado a pensar cómo sonaría uno de sus pedos, aunque lo mismo da que por su tamaño sea tan insignificante que no merece ni la pena clasificar. Sería lo que yo llamaría "cuesco invisible". Y no nos engañemos cuando, estando de vacaciones en un pueblo con pastos y verdes valles, si al pasar entre un rebaño de cabras o vacas, en pleno campo, alguna de ellas le da por soltar una de sus gracias a nuestro paso, con concertina incluida, que nadie le de por mirarse unos a otros, porque enseguida se sabrá de dónde ha partido tal estruendo, y muchas veces viendo el rastro evidente dejado por el simpático animalito, así como cierto olor...
¿Y qué decir de los bebés? Sin más comentarios. Es la mejor etapa de la vida donde pueden descubrir sus propios sonidos y experimentar con ellos. La música del cuerpo, tal como la definiría de una forma bastante peculiar Roger Waters y Ron Geesin en aquel extraño experimento sonoro llamado, precisamente, "Music From The Body" editado por Harvest en el año 1970, en el cual han incluido, naturalmente, lo que no nos gusta realizar en público, amén de ciertas particularidades con determinados instrumentos y voces, cortesía del apenas desconocido Ron Geesin. Pero sobre este mismo disco hablaré en otra ocasión, si se tercia.
A tal punto puede resultar molesto para las personas expeler una ventosidad, tan natural como la vida misma, que en privado es como se siente uno más liberado, más desahogado, y nunca mejor dicho... No obstante, en algunos paises, el pedo es signo de satisfacción personal, como también un buen eructo después de comer (sobre todo, entre los árabes y musulmanes). Y lo curioso del caso, es que desde hace años, vemos el pedo como algo simpático, hecho desde el punto de vista de los productores de Hollywood, aunque también hemos contemplado casos similares en películas tanto nacionales como extranjeras. Hay muchos ejemplos donde escoger, pero me quedo con "El Profesor Chiflado" (versión Eddie Murphy) y la famosa escena de la comida familiar. Eso sí, los fuertes ventoseos en todos los casos son de mentira de la buena.
Enlace al video
Anda que no me he quedado a gusto haber posteado esta entrada del "blog". Quizás escocido no por la comida de hoy, a prueba de flatulencias y olores varios (una buena ración de fideos a la catalana y huevos rellenos, y sandía de postre, hummmm!!!), sino por el agradable y ameno artículo publicado por STAR en la anteriormente referida revista Superjuegos Xtreme, sobre videojuegos con presencia de retretes y seres algo escatológicos, bajo el título genérico "Cacas y videojuegos".
Y ya que hablamos de videojuegos, no estaría de más mencionar de los poquísimos juegos que recuerdo haber jugado con ciertas particularidades un tanto perceptibles, un par de ellos donde el factor odómetro y todo lo que tenga que ver con el maravilloso expeledor natural que poseemos por fuerza, para nuestra suerte o desgracia, llega a alcanzar cotas impensables para la imaginación de sus creadores: uno de ellos, realizado para los ordenadores de 8 bits, se publicó bajo el sello Virgin con el más que sugerente título "How to be a complete bastard" donde tomamos el rol de un gamberro, con los suficientes redaños para hacer de las suyas en una casa donde se está celebrando una fiesta y hacer todo lo posible por convertirnos en el más vil de los humanos. Entre los marcadores del juego, se encuentra bien destacado el "Fartometer". Cuanto más comamos, más posibilidades de desatascarnos con cierta virulencia, pulsando la tecla "F".
Otro videojuego que recuerdo, es ciertamente el conocido "Oddworld (Abe's Oddysee)" de Infogrames. Si durante el juego eramos capaces de soltar alguna carcajada, es en las pantallas más reposadas, si nos aliviamos pulsando la tecla de función correspondiente. El inocente Abe se reirá para su gozo, y un poco también para su alivio intestinal, un instante para sonreir a pesar de la gran aventura por recorrer, no solo para salir a toda costa de la fábrica de productos alimenticios, en donde se está cociendo un producto novedoso a base de carne de los de su propia especie, sino conseguir hacer escapar al resto de congéneres esclavizados y expuestos a su nefasta suerte. Si uno de sus compañeros le acompaña, se reirá de la misma manera, en cuanto nos ventilemos un poco.
Por si fuera poco, en las siguiente direcciones, tenéis más motivos para reiros todavía más, sobre los diferentes estilos de pedos existentes, así podáis encontrar aquél que probablemente forme parte de vuestra seña de identidad. :P
LINKS:
- http://www.terra.es/personal/gmalpart/chorrada/esp/histori1.htm
- http://home.swipnet.se/~w-48777/humor.htm
Y terminamos con la animosa lectura de la siguiente historia:
- http://usuarios.iponet.es/dardo/revista/elpeo3.txt
Pero no me quiero despedir sin antes dar un consejo, nunca ventoseéis en la calle, no sea que alguien se moleste más de la cuenta, por lo que pudiera pasar...
Admitádmoslo, nos reimos muy de vez en cuando con estas cosas, incluso cuando se comentan con gracia. Pero una cosa completamente distinta es la tesitura de mostrar una buena educación y decoro en nuestra relación cotidiana con los demás, evitando en la medida de lo posible humillarnos públicamente si alguna vez se nos escapa involuntariamente algún pedorreo. Las buenas maneras, ante todo. Y si nos vale excusarnos o pedir disculpas, siempre serán recibidas de buen grado. Y en cualquier caso, siempre podemos echarle la culpa al gato...
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