Cuando la vida te da más de una puñalada trapera por la espalda, en el buen sentido del término, hay muchas maneras de encararla con filosofía y no resignarse al fracaso y maldecir tu existencia. Es la peor muestra de la falta de estima de uno mismo y hay que ser todo lo contrario, sin llegar al optimismo más descarado.
En ocasiones, hay circunstancias que nos obligan a mostrar el lado más amargo de cada uno, la pena y la tristeza nos nubla la vista y no vemos que hay una salida al final del túnel, una luz que nos debe impulsar a seguir adelante, pese a las adversidades que la vida nos va imponiendo en nuestro deambular por el mundo. Pese a todo, hay que tirar del carro como mejor sabemos y no deprimirnos porque todo esté más caro o porque ahora mismo la crisis nos está desbordando en todos los niveles sociales y profesionales.
Siempre me han dicho que hay soluciones para todo, menos para cuando uno se muere. Tarde o temprano, los problemas se resuelven o permanecen, o incluso se agravan, pero no durarán eternamente. Resignarse es lo menos que se puede hacer y aceptar las circunstancias en la medida de lo posible, echando la culpa en cualquier caso de esta crisis a los próceres de la economía mundial y a los derrochadores. La avaricia rompe el saco, y vaya sí se ha roto que ha dejado en evidencia a esos ricachones sin escrúpulos, habiendo acaparado tanto en su vida y ahora tienen que ir dándose cuenta de que los platos rotos no los vamos a pagar los demás.
Pues, si mal nos sabe sonreir a la vida, al menos hagámoslo sin que se note por dentro la amargura de saber que aún vamos a tardar en remontar el vuelo. Y mejor prueba de ello es la espontaneidad de uno de los protagonistas de la foto de arriba. Y no se trata de la que todos conocemos.
Al menos, la salud nos la da reirnos de vez en cuando para olvidarnos de tantas calamidades, pudiendo en cualquier caso evadirnos de ellas contando chistes o escuchando las letras ácidas y sarcásticas de las chirigotas en estos tiempos de Carnaval.
Pongan una sonrisa en su cara. La sonrisa es bella y perderla por ningún motivo en especial sería una forma de afear nuestro interior. No nos ceguemos en el pensamiento negativo, aunque sirva para darnos un baño de realidad. Sigamos adelante y con la mejor de las sonrisas.
En ocasiones, hay circunstancias que nos obligan a mostrar el lado más amargo de cada uno, la pena y la tristeza nos nubla la vista y no vemos que hay una salida al final del túnel, una luz que nos debe impulsar a seguir adelante, pese a las adversidades que la vida nos va imponiendo en nuestro deambular por el mundo. Pese a todo, hay que tirar del carro como mejor sabemos y no deprimirnos porque todo esté más caro o porque ahora mismo la crisis nos está desbordando en todos los niveles sociales y profesionales.
Siempre me han dicho que hay soluciones para todo, menos para cuando uno se muere. Tarde o temprano, los problemas se resuelven o permanecen, o incluso se agravan, pero no durarán eternamente. Resignarse es lo menos que se puede hacer y aceptar las circunstancias en la medida de lo posible, echando la culpa en cualquier caso de esta crisis a los próceres de la economía mundial y a los derrochadores. La avaricia rompe el saco, y vaya sí se ha roto que ha dejado en evidencia a esos ricachones sin escrúpulos, habiendo acaparado tanto en su vida y ahora tienen que ir dándose cuenta de que los platos rotos no los vamos a pagar los demás.
Pues, si mal nos sabe sonreir a la vida, al menos hagámoslo sin que se note por dentro la amargura de saber que aún vamos a tardar en remontar el vuelo. Y mejor prueba de ello es la espontaneidad de uno de los protagonistas de la foto de arriba. Y no se trata de la que todos conocemos.
Al menos, la salud nos la da reirnos de vez en cuando para olvidarnos de tantas calamidades, pudiendo en cualquier caso evadirnos de ellas contando chistes o escuchando las letras ácidas y sarcásticas de las chirigotas en estos tiempos de Carnaval.
Pongan una sonrisa en su cara. La sonrisa es bella y perderla por ningún motivo en especial sería una forma de afear nuestro interior. No nos ceguemos en el pensamiento negativo, aunque sirva para darnos un baño de realidad. Sigamos adelante y con la mejor de las sonrisas.
Prefiero mil veces la sonrisa del caballo a la de Camila... XDDDDSaludossss!!!
ResponderEliminarCuánto cierto en lo que has escrito, amigo. Pero de la foto yo me quedaba con la cara del espontáneo...
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