Fuente: El Mundo
Pero vamos a ver, señores de la desafortunada ASCAP, ¿son ustedes idiotas o qué? El autor o autores de una obra discográfica son muy dueños de elegir la forma de promover su música y gestionarla como ellos mismos deseen. Esto implica por fuerza que ni por asomo ningún gobierno o estado (esto va también para González-Sinde), o ninguna institución de editores, productores y creadores, está en condiciones de obligar a nadie a pasar por el aro del "copyright", ni insuflarle en su cara las muchas mentiras sobre la protección de los derechos del autor. Ni mucho menos tienen la potestad de decirles a estos artistas lo que tienen que hacer porque ellos lo digan, habiendo otras fórmulas mucho mejores y más liberales y que favorecen tanto a los propios artistas como a los consumidores.
Si creen que el chollo se les acaba, no hagan juegos malabares con ciertas políticas implantadas como el Open Source, GLL, y las licencias libres sobre obras artísticas, literarias, musicales y videográficas. Que cada palo aguante su vela.
Quien quiera registrar su música con copyright y protegerla a toda costa, está en su derecho, como también es perfecto que cualquier otro está en su derecho de registrar o no su música o simplemente adjudicar una licencia Creative Commons con las particularidades pertinentes en función de la decisión única e intransferible de su autor o autores. Pero es de estúpidos empujar a ningún grupo o solista a hacer aquello que no desee ni convencerle de que va a recibir todo el oro y el moro por vender su obra al mejor postor. Es un gran error en el que caemos continuamente y así será, desgraciadamente, por los siglos de los siglos, hasta que cambiemos por completo de mentalidad.
De aquí a la estupidez hay un paso. Si yo quiero promover mi música sin necesidad de percibir ningún precio, ni pago de remuneración o donación alguna, estoy en mi derecho de hacerlo así, siempre y cuando use alguna de estas licencias libres, bien copyleft o la que se discute aquí. La música será todo un negocio para algunos, pero no para aquellos que prefieren dedicarse a ella por puro amor al arte.
¿Cuándo serán capaces estos gualtrapas de entender esta frase y dejar a los artistas hacer con su música lo que quieran? Y ni mucho menos, en estos tiempos que corren, se puede uno creer la cantidad de burradas que nos llegan desde la SGAE y otras entidades similares como la susodicha en el título de este post.
Tonterías, las justas.
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